El miedo hace que no se reaccione, el miedo hace que no se siga adelante. El miedo es mucho más fuerte casi, desgraciadamente que el altruismo, que el amor, que la bondad. El miedo nos lo están dando todos los días en los periódicos y en la televisión.
José Luis Sampedro
Reflexionamos acerca de uno de los sentimientos más primarios del ser humano: el miedo. Durante el primer trimestre del 2019 aprovecharemos estas fechas para pensar, pensar y repensar sobre lo ocurrido últimamente. Sin lugar a dudas, el miedo, como herramienta de control, ha estado más presente que nunca en las portadas de los medios de comunicación. El miedo a los demás, a la “gente diferente”, a los resultados electorales, al terrorismo (EPP), a tomar las calles de nuevo, al desempleo, a la falta de insumos en los hospitales públicos, a la precariedad de la educación en nuestro país, etc,etc,etc. Toda jugada política y mediática ha sido impulsada a este sentimiento que nos paraliza e imposibilita que vislumbremos la verdadera problemática
El miedo, impide que vivamos plena y libremente y, ya de paso, nos somete a ciertos preceptos —en muchas ocasiones políticos y económicos— que cumplimos sin mediar opinión.
El miedo como herramienta de control es quizá el arma más efectiva que muchas instituciones tanto religiosas, políticas y sociales, cimientan para su pleno desarrollo. La cultura del miedo escaló estrepitosamente con la llegada de la “información instantánea” gracias a la tecnología del internet y los smartphones, donde la tragedia se trasmite minuto a minuto, casi en tiempo real.
Todo es una pantalla de humo a lo que verdaderamente le debería inquietar a la ciudadanía. Cada “Ataque” Del epp no es otra cosa que un intento ruin de menospreciar la capacidad de interpretación de la sociedad. Hoy en día con menor impacto ya que de “a poco” el pueblo interpreta la burda actuación de la FTC en sus “esfuerzos” por amedrentar a esta gavilla de mercenarios.
George Orwell en su novela 1984 plantea la necesidad de los gobiernos, de tener un enemigo en común, un enemigo del pueblo al cual la población tema y así poder desviar la atención de los asuntos que verdaderamente asustan.
Una sociedad asustada es manipulable, acepta cosas que jamás toleraría en un estado de tranquilidad. Por ejemplo: el aumento de impuestos destinados a seguridad nacional, la pérdida de privacidad, la falta de estabilidad laboral o del aumento en la edad de jubilación.
Todos los esfuerzos por liberar al hombre han sido en realidad impulsos por liberarlo del miedo, para crear las condiciones en que no sintiera la dependencia como una amenaza; cuanto más asesino y más totalitario es el poder más priva al hombre de la libertad porque lo que engendra es temor. Surge así lo que algunos han denominado la ideología del miedo, definido en la RAE como una “perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario”.
El estado necesita un enemigo común con el pueblo. Y el miedo es la herramienta que lo consigue.
Por: Augusto Rolón
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