Es difícil generar un comentario que no esté forjado por el entorno subjetivo de lo que se vio y se vivió este fin de semana durante la boda de la hija del ex presidente Cartes. Por eso en mi intento por hacerlo dejo bien en claro que no esto es solo mi humilde opinión.
La boda del año, en medio de una pandemia por un virus que atemoriza al mundo, polarizó a la opinión pública, dividiéndola en dos, como es costumbre en estos casos.
En uno de los bandos están los que rechazan la boda, por considerar que es un acto de ostentación desmedida en un tiempo de notable fragilidad social y por el otro lado están los que de alguna forma defienden la boda, despojando de culpabilidad alguna de los pecados de su padre, a la ahora señora, Sol Cartes de Bendlin.
Leí por ahí, que este no es un evento particular cualquiera y que no puede ser tomado como uno más del montón, y no precisamente por los ribetes de gran ostentación, más bien porque rompen preceptos básicos presentes en la constitución nacional como el principio de igualdad ante la ley.
Partiendo de la premisa de que realmente esta boda quebró el principio de igualdad, y considerando que en eventos anteriores de similares características, como la de la boda de Luque, los participantes quedaron detenidos por incumplir con la ley sanitaria vigente, podemos llegar a la conclusión de que el peso de la ley es solo para unos y no para otros.
De hecho que eso no es ningún descubrimiento en Paraguay, el mito de la igualdad ante la ley sigue siendo eso, un mito, pero solo para los comunes. Aquellos que ostentan el poder político o económico, siempre se ven beneficiados por la justicia.
En situaciones como estas siempre se suma un tercer bando que por lo general no pasa de tener una postura casi tibia. No defiende, ni está a favor, y creo que en esa línea estoy yo.
No defiendo la boda, pero agrego algo más, me parece que faltó inteligencia a la hora de programar dicho evento, No es muy difícil saber que medio país prácticamente tiene un odio visceral hacia el ex presidente Horacio Cartes(merecido o no, ese es otro tema), y este tipo de eventos facilita y allana el camino a los escraches. En casi cualquier actividad en la que está involucrado Cartes, nunca pasa desapercibido y siempre lo reciben con algunas “flores”.
Me tomé el tiempo de leer muchos comentarios, principalmente en las redes sociales, y como era de esperar la opinión estaba bastante dividida. Pero entre ese océano de comentarios, tweets y posteos, encontré algo interesante. Decía que:“Esta boda ayudó a desnudar una situación que ya era sospechada, acentuando la discriminación y abriendo aún más la brecha entre los poderosos y los comunes” Ciertamente una reflexión válida para todo esto.
Por: Alejandro Amarilla